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Luis Caputo: "Queremos que se usen los dólares sin dar explicaciones"

Luis Caputo:

El ministro de Economía anticipó nuevas medidas para desreguar la utilización de la moneda norteamericana. En futuras operaciones el Banco Central y ARCA no preguntarían sobre el origen de los fondos.

El ministro de Economía, Luis Caputo, confirmó este lunes que el Gobierno trabaja en una serie de desregulaciones para “facilitar” el uso de dólares para gastos domésticos sin que se deban darse explicaciones sobre el origen de los fondos.

“Lo que vamos a hacer es que la gente esté más proclive a sacar sus dólares del colchón, caja de seguridad o de donde sea y gastarlos”, afirmó el jefe del Palacio de Hacienda. El ministro remarcó que necesario que la economía se remonetice y “lo más lógico es que se realice en dólares”. Dio una nueva señal fuerte hacia la dolarización que pregonó Javier Milei en su campaña electoral.

“No compro el cuento de que la gente no saca sus dólares para gastarlos. La realidad es que no lo hacen porque les rompen los cocos”, explicó Caputo en un canal de streaming. “Queremos que se usen los dólares sin dar explicaciones”, agregó.

El ministro anticipó que las medidas tendrán que ver con decisiones que tomarán el Banco Central, el Ministerio de Economía y ARCA. “Para que sea un país normal, nadie te pide explicaciones como gastas la plata”, indicó Caputo.

El ministro apuntó: “La idea es no dar explicaciones sobre lo que se gaste. Más allá de que no estaba bancarizado. Es un cambio cultural que hay que explicarlo bien”.

Consultado sobre la posibilidad de que la baja de las retenciones al agro quede quede firme, Caputo insistió en que “si las condiciones macro dan, siempre hay posibilidades de bajar retenciones”, pero evitó dar certeza. Explicó que la baja temporal otorgada fue porque se temía una sequía, que finalmente no ocurrió y hubo una baja de precios que luego se recuperó. Desde esa posición señaló que en consecuencia, el problema de Argentina “no son los dólares” sino “la recaudación y en consecuencia ”no hay margen para errar“ en la secuencia de la baja impositiva”.

Noticia en desarrollo

MC

Nueve bancos fueron habilitados para disputar las cuentas sueldo de los empleados estatales

Nueve bancos fueron habilitados para disputar las cuentas sueldo de los empleados estatales

Las entidades avanzan en la competencia por administrar el pago de más de medio millón de cuentas de empleados públicos nacionales tras el fin del monopolio del Banco Nación. Representa alrededor de U$S9.000 millones anuales. En la práctica, los empleados seguirán sin poder elegir libremente dónde cobrar.

Credicoop, Patagonia, Santander, Industrial And Commercial Bank Of China (ICBC), Galicia, Nación, BBVA, Macro, Supervielle son los nueve bancos que, a partir de este mes y hasta el 21 de agosto, se repartirán el negocio del pago de haberes de la Administración Pública Nacional (APN). 

La medida, que oficialmente apunta a quitar el monopolio que tiene el Banco Nación en la prestación del servicio, resulta muy seductora para los principales actores del sector en un contexto de baja del empleo privado –y sus cuentas sueldo–, y teniendo en cuenta que el gasto en personal de la APN fue de $10,7 billones (U$S9.000 millones) en 2024. 

La Oficina de Contrataciones (ONC) habilitó a nueve de los doce bancos que se habían presentado como interesados en la primera etapa de esta licitación para ofrecer el servicio que, hasta la publicación del decreto 747/2024 —firmado por Federico Sturzenegger y publicado en agosto pasado— solo podía acreditar el Banco Nación. 

Quedaron inhabilitados para presentarse en estos pliegos el Banco Ciudad, Hipotecario y el digital Brubank.

Quedaron inhabilitados para presentarse en estos pliegos el Banco Ciudad, Hipotecario y el digital Brubank. Mientras que el primero fue por la falta de territorialidad –es un banco que tiene presencia en CABA y primer cordón de la provincia de Buenos Aires, pero el servicio se necesita en todo el país–, el Banco Hipotecario alega una cuestión técnica de derecho administrativo que ya fue apelada. Brubank también apeló, pero no respondió a la consulta de este diario.

Libertad a medias

El acuerdo marco que habilitó el decreto firmado en agosto por Sturzenegger establece un contrato de duración de tres años con opción de prórroga por un año más en el que los bancos deberán garantizar apertura de cuentas, acceso a cajeros automáticos, transferencias sin costo, emisión de tarjetas de débito y crédito, acceso a plataforma digital, atención al cliente eficiente, y acreditación de fondos en un plazo de no más de 24 horas desde su recepción. 

Aunque la medida se presenta como una apertura del mercado y una opción para descentralizar el pago de sueldos estatales, en la práctica los empleados públicos seguirán sin poder elegir libremente dónde cobrar. La decisión será un acuerdo cerrado entre cada organismo estatal y los bancos habilitados.

Con el “apto físico” emitido por la ONC, desde la semana pasada y hasta el 21 de agosto, los nueve bancos deberán presentarse en las licitaciones ad-hoc de cada organismo contratante. El primero fue la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, con 730 agentes y una masa salarial de $958 millones. 

Si bien es difícil calcular la cantidad de dinero en juego, una aproximación son los U$S9.000 millones de gasto en personal que ejecutó el Estado en 2024 de acuerdo a la Oficina de Presupuesto del Congreso. Es una cifra máxima y poco precisa, porque la partida incluye algunos entes que ya habían desregulado ese decreto de 2012 como por ejemplo universidades, así como organismos que tienen cuentas aparte (o formas contractuales específicas) alcanzadas por ese cambio.

Según datos del sector a los que accedió elDiarioAR, hay 10,2 millones de cuentas sueldo en el sistema financiero, 12,07% de las cuales pertenecen al Banco Galicia, un 12,57% al Provincia, un 11,08% al Nación, y el resto a las otras entidades del sistema financiero. El Banco Nación cuenta hoy con 550.000 cuentas de haberes del Estado. “Es una oportunidad”, explican en uno de los bancos participantes a este diario ante el señalamiento de que pareciera representar poco caudal respecto a la cantidad de cuentas. “Si no, no se hubieran presentado 12 bancos”, complementa otro.

El Banco Nación maneja 550.000 cuentas de haberes del Estado.

Para convertirse en agente financiero del Estado o de una empresa, los bancos deben pagar un canon mensual –basado en un porcentaje de la masa salarial transferida o en un monto fijo–, además de ofrecer servicios que los organismos contratantes deseen. Según el acuerdo marco, los organismos deben seleccionar a los bancos con la mejor oferta en cuanto a servicios, cobertura y beneficios para los empleados. En el Banco Nación no respondieron la consulta de este diario acerca de cuánto es el canon que pagan hoy en día a los distintos organismos.

En el sector privado tampoco quisieron dar un número, pero aseguraron que dependerá de cada organismo estatal: “Están los más atractivos, que son los que pagan más salarios como AFIP o el Banco Central, que sabés que vas a tener mayores oportunidades de brindar otros negocios más allá de las cuentas sueldo. Y hay otros que son más difíciles, porque manejan poca plata, por el tipo de público, como el pago de las jubilaciones, o los que tienen una dispersión territorial grande. Imaginate en Cancillería, tenes que hacer acuerdo con bancos de todos los países para pagar sueldos, por ejemplo”, explican.

Banco Nación S.A.

El Banco Nación es agente financiero de la mayoría de los organismos estatales a nivel nacional gracias a un decreto publicado en 2012 que obligó a implementar el pago de haberes del sector público mediante la entidad, pero no es el único. Hay otros bancos privados que participan en ese negocio a través de contratos tercerizados, por ejemplo, vía universidades. Hoy cuenta con 550.000 cuentas de haberes del Estado. Si bien el caudal parece ser poco, es significativo con respecto a las 1,3 millones de cuentas sueldo totales que operan actualmente en el banco público más grande de la Argentina: casi la mitad son estatales. 

Para la Argentina del 2012, la medida tenía sentido. Más allá del expertise que tuviera el banco en términos de pago de haberes, la liquidez obtenida por estas cajas de ahorro ordinarias de bajo costo, retornaba en forma de política pública en créditos a pymes, al sector agropecuario para la compra de maquinaria, promociones y cuotas. Incluso como ordenador del sector financiero.

En la Argentina del 2025, el Banco Nación va a camino a privatizarse. Esa fue la intención del Gobierno al incluirlo en la lista de empresas sujetas a privatización de la Ley Bases. Al haberlo eliminado de esa lista como parte de la negociación para que se aprobara la Ley en el Congreso, en la Casa Rosada arman el esquema para la entrada de capitales privados sin necesidad de que sea por ley.

Fintech versus todos

Una de las condiciones para participar en este proceso licitatorio es ser una entidad bancaria autorizada por el Banco Central de la República Argentina (BCRA), renglón que deja afuera a las fintech. 

Es que hoy en día, uno de los mayores problemas de los bancos tradicionales es la retención de haberes, es decir, cómo hacer que los sueldos recién ingresados no salgan a una cuenta remunerada de alguna billetera virtual, o a algún banco con promociones más seductoras. 

Esta desregulación puede ser la punta del iceberg de una desregulación más profunda impulsada por el Gobierno en este tema, que asomó en el DNU 70. El capítulo laboral del mega decreto que publicó el gobierno de Javier Milei a menos de un mes de asumido, habilitaba a las billeteras digitales a salir a disputarle a los bancos el negocio de la acreditación de los haberes. 

El DNU 1187/12 obligaba a los empleados públicos a cobrar los sueldos en el Banco Nación.

Marcos Galperín está muy interesado en el negocio, está afilando los cubiertos desde el año pasado”, ironiza uno de los bancos participantes desde la tranquilidad de que el capítulo laboral está suspendido gracias a una cautelar presentada en la Justicia. “Sin embargo, hay un proyecto de ley (NdR: el de Romina Diez, diputada de LLA), que avanza sobre el tema”, advierte otro banco. 

Efectivamente, el artículo 6 del proyecto de reforma laboral que impulsa el Gobierno sustituye el artículo de la ley que restringía el pago de haberes de bancos por uno que habilita que la cuenta a nombre del empleado puede estar en “entidad bancaria, o una institución de ahorro oficial u en otras categorías de entidades que la autoridad de aplicación del sistema de pagos considere aptas, seguras, interoperables y competitivas”.

NR/DTC

Cada vez más jóvenes despedidos sueñan con el emprendimiento propio: ¿tendrán las mismas consecuencias que en los 90?

Cada vez más jóvenes despedidos sueñan con el emprendimiento propio: ¿tendrán las mismas consecuencias que en los 90?

En las fábricas y los sindicatos identifican cada vez más casos de empleados echados que se retiran ilusionados con que su indemnización pondrán su negocio propio, aunque terminen de choferes de aplicación. Entre la moda emprendedora en tiempos de Milei y los salarios con poder de compra deteriorado.

Maximiliano Bandin es un licenciado en comunicación y magíster en ciencia política despedido de Corredores Viales. Estaba enojado cuando lo echaron, pero reconoce que otros jóvenes echados de sus empleos como él se lo toman de otra manera, sueñan con invertir su indemnización en un emprendimiento propio: “Entiendo que lo ven como una salida rápida para sostener la situación económica en la que estaban. Yo, en cambio, tengo una visión más crítica: depende de con cuánto capital contás para tener un inicio más o menos próspero porque puede haber muchísimos proyectos que nacen así, pero se esfuman por falta de recursos, de conocimiento o de gente que te puede dar una mano”.

El fenómeno de los despedidos de sus empleos que ahora sueñan con el emprendimiento propio parece tener un revival con los años 90. Porque en la época de Carlos Menem en pueblos enteros como Cutral Có (en Neuquén) fueron despedidos de YPF trabajadores de larga trayectoria que terminaron como remiseros. Y años después, ante la sobreoferta de choferes, muchos terminaron como piqueteros reclamando trabajo genuino. ¿La situación actual tendrá las mismas consecuencias?

Uno de los principales dirigentes de la Unión Industrial Argentina (UIA) admite la situación: “Hay muchachos jóvenes a los que despiden y, en vez de iniciar un reclamo, en el mismo sindicato nos cuenta que no les interesa, que prefieren dejar de levantarse a las 4 de la mañana para ir a la fábrica, agarran la indemnización y ponen un emprendimiento, pero a veces son pibes que viven en un pueblo donde hay muchas perspectivas de que les vayan bien así”.

Son jóvenes varones muchas veces guiados por el espíritu libertario del emprendedurismo que promovió Javier Milei, a quien ese sector votó en masa en 2023, pese a que en algunas plantas industriales los mismos patrones llamaban a votar en su contra por temor a la apertura económica que finalmente instauró. Tampoco es que ganan bien sus empleos, con un 80% de las paritarias por debajo de la inflación, según la consultora CP.

En el último año, de enero de 2024 al mismo mes de 2025, se perdieron 112.000 puestos de trabajo asalariados registrados, según el Instituto Interdisciplinario de Economía Política. (IIEP) de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Y los jóvenes varones, baluarte de la victoria de Milei, fueron las principales víctimas de la caída del empleo y la suba de la desocupación.

Otro presidente de una cámara empresarial también advierte el fenómeno de jóvenes que quieren irse de la fábrica para iniciar su proyecto propio, pero aclara que no es generalizado. “Lo del microemprendimiento se llama Uber o Rappi. Son pibes que no ven la protección social de un trabajo registrado, no se valora ni una jubilación futura, ni una obra social. Por dos razones fundamentales: la jubilación les queda lejísimo y la obra social no atiende en donde viven generalmente o el servicio es malísimo, ergo su salud termina en la salita del barrio”, apunta la fuente. Y agrega: “Para eso no hace falta obra social. Las pocas veces que he tenido un tema así, no fue por despido originado desde la empresa sino que el operario se quiere ir, inventa una causa de despido, hace juicio y siempre sacan algo. Una pyme nunca gana un juicio laboral infundado. Ergo se hacen de la indemnización y luego por excompañeros te enterás que esta haciendo Uber”.

En los gremios también reconocen la tendencia. “Es tal cual, es una preocupación constante de todas las organizaciones gremiales... ¿cómo encontramos una solución a este problema?”, se plantea José Luis Lingeri, líder del sindicato de Obras Sanitarias.

Aldo Luque, secretario de prensa del gremio de la carne, coincide: “En mi zona los jóvenes no quieren trabajar en el frigorífico. La rotación de personal es bastante alta”. Lo mismo advierte el vicedirector de la escuela del sindicato de pasteleros, Lorenzo Benítez: “Es una preocupación y un problema”. Y también lo confirma Esteban Sargiotto, director del Observatorio del Trabajo Informático del gremio del sector.

“Realmente lo veo como una gran preocupación”, coincide el secretario general de la Juventud Sindical de la Confederación General del Trabajo (CGT), Sebastián Maturano. El vocero de la Unión Obrera de la Construcción (UOCRA), Ricardo Camaño, cuenta que “lo que efectivamente pasa es que muchos jovenes que acceden a cursos gratuitos de capacitación en nuestra fundación de educación, formación en electricidad, instalación de aires acondicionados, plomería, gasista, lo terminan y tienden al emprendimiento propio, al trabajo autónomo”. Y agrega: “También entran y salen de la industria. Alternan entre el trabajo formal en la industria y el autónomo particular. Eso se viene dando desde hace unos años”.

En otros gremios de altas remuneraciones, en cambio, no registran el fenómeno. Es el caso de los aceiteros o de los bancarios. “Al contrario, vienen al sindicato cuando los presionan para irse con retiro en algunos bancos”, cuenta el secretario general de la Asociación Bancaria y diputado, Sergio Palazzo. En el gremio aceitero agregan otros factores además del salario: las condiciones de trabajo como, por ejemplo, la seguridad laboral para evitar accidentes.

El consultor de recursos humanos Matías Ghidini, CEO de Ghidini Rodini, observa la tendencia pero no generalizada: “Tiene una parte de mito eso”. En tanto, el sociólogo Luis Campo, investigador del Instituto de Estudios y Formación de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) Autónoma, reflexiona: “No sé cuán generalizado es eso, pero si lo es no me quiero imaginar el impacto social que va a tener el fracaso generalizado de esos proyectos”.

Ya en los 90 los trabajadores, no jóvenes, despedidos de empresas privatizadas como YPF se pusieron de remiseros y después, cuando ya no tenían a quién transportar, devinieron piqueteros en reclamo de trabajo.

“Aquellos eran jóvenes o eran trabajadores que venían con alguna experiencia laboral, muchos de ellos con familias”, cuenta Campos. “Acá estás hablando de pibes que nacieron después de 2001. ¿Qué impacto demográfico puede tener eso? ¿Qué impacto en términos de su psiquis? Pienso en 'El suicidio' de (Emile) Durkheim, cuando padecimientos que a priori se identifican como cuestiones individuales en realidad constituyen hechos sociales”, dice el sociólogo de la CTA Autónoma en la semana del Día del Trabajador. Y remata: “No era lo mismo fracasar en los 90, cuando el mandato social estaba lejos de incluir una necesidad de mostrar tu éxito cotidiano en las redes sociales. Obvio que el fracaso en aquella época tenía impacto en las personas, pero me pregunto por las diferencias que tiene con la actualidad, donde si no posteás en Instagram que la vida te sonríe todos los días en realidad no merecés vivir, nuevamente llevando al extremo el análisis”.

AR/MC

Prepagas aumentan 70% la cuota a sus afiliados por demoras en los giros de las obras sociales

Prepagas aumentan 70% la cuota a sus afiliados por demoras en los giros de las obras sociales

El Gobierno eliminó la triangulación de aportes hacia las empresas privadas a través de las organizaciones sindicales. Las compañías más pequeñas no tuvieron espaldas financieras e incrementaron el precio a sus pacientes.

Ignacio es un afiliado a la prepaga CEMIC y el mes pasado, en vez de pagar la misma cuota de marzo, de $173.000, debió abonar $293.000, un 70% más. No le dieron mayores explicaciones. No se trata de un aumento habitual, como los que imponen mes a mes las empresas de medicina privada después de conocerse el índice de precios al consumidor (IPC), tal como les ordenó el Gobierno. Ignacio se enteró de que el salto tenía que ver con que los aportes de su empleador, que antes se triangulaban hacia la prepaga a través de una obra social, no habían llegado a destino. El tarifazo coincidió con el primer mes en que se abolió la intermediación de aportes a través de las organizaciones sindicales, tal como lo dispuso el ministro de Salud, Mario Lugones.

¿Qué sucedió exactamente? Un alto ejecutivo de una de las principales prepagas lo explica. Las obras sociales solían recibir las contribuciones de empleadores y empleados, pero demoraban de uno a tres meses en girarlas a las compañías de salud. Como el Gobierno cortó con la triangulación con el argumento de bajar costos de las prepagas, estas quedaron con aportes pendientes de recibir de las entidades gremiales.

Es decir, las compañías de medicina privada recibieron los aportes de abril de parte del Estado, pero tienen pendientes de percibir los que retienen las obras sociales de los meses anteriores. Se trata de un retraso que se iría normalizando entre mayo y julio, dependiendo de la solvencia de la organización sindical.

Grandes prepagas asumieron el bache financiero de los aportes y no les aplicaron un aumento extra a la cuota a los afiliados, más allá del alza mensual que en general camina un poco arriba o abajo del IPC por presión del Gobierno. En cambio, otras firmas de medicina privada como CEMIC no tienen tanta espalda en sus números y debieron aplicar el incremento adicional.

“Puede que haya alguna demora en algunos pasajes (de aportes de obras sociales a prepagas), pero es algo que se está corrigiendo”, admitieron en la Superintendencia de Salud. Eso sí, ninguna firma privada anunció rebaja de cuotas ahora que ya las obras sociales no se quedan con una parte por la intermediación.

Las prepagas anhelaban la desregulación que decretó Milei, pero a los pocos meses se enfrentaron con el ministro de Economía, Luis Caputo, que al estilo Guillermo Moreno -exsecretario de Comercio del kirchnerismo- las presionó para rebajar las cuotas que se dispararon apenas se liberalizaron. El modo de “apretarlas” fue una investigación de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia por supuesta “cartelización”. Ahora los precios son libres en teoría, pero sólo puede anunciarlos tras la publicación de cada mes del IPC, como referencia. En el sector alegan que las cuotas deberían aumentar más para equilibrar sus costos, pero tampoco han planteado mayores quejas: ganan más que en el gobierno anterior, cuando incluso algunas perdían.

Después del salto de la inflación del 3,7% en marzo, el Gobierno volvió a presionar de manera informal para que los aumentos de las empresas de salud privada no fueran tan altos. Algunas grandes remarcaron alrededor del 2,5%. El argumento del Ejecutivo era que la inflación iba a empezar a bajar otra vez en abril.

Antes, en la segunda mitad del año pasado, las prepagas aumentaban de acuerdo con el IPC del mes anterior, pero como dicho indicador luego bajaba, las podían subir por encima de la inflación. Ya no. Excepto, en aquellas sin espalda para absorber el retraso de las obras sociales.

AR/MC

Río de Janeiro rendida a los pies de Lady Gaga: una estrella fugaz entre millones de fans

Río de Janeiro rendida a los pies de Lady Gaga: una estrella fugaz entre millones de fans

Un recorrido por la "cidade maravilhosa" antes y durante el show de la artista pop que llenó este fin de semana la emblemática playa de Copacabana.

El sonido es atronador. Al escucharlo por primera vez, puede parecer agresivo. Un “tra, tra, tra” provocado por el abrir y cerrar compulsivo de abanicos exageradamente grandes, con varillas de plástico de 30 cm. Pocos metros hacia la izquierda, se extiende la playa de Copacabana. Hacia la derecha, el emblemático hotel Copacabana Palace que hospedó a la estrella del show. Hacia adelante, un escenario titánico, levantado en apenas horas por los trabajadores del ayuntamiento de Río de Janeiro. Pero ese marco es difuso, se lo ve apenas por huecos entre la multitud. Hacia donde sea que se mire, hay mucha gente: se estiman más de dos millones y medio de personas. Y se escucha el sonido arrollador del abrir y cerrar compulsivo de esos abanicos paródicos, levantados con una mano sobre la cabeza. Algunos exhiben los colores de la bandera LGBTIQ+, algunos son de colores lisos, la mayoría están estampados con la cara de la artista que convoca a esa marea de gente en la playa: Lady Gaga.

El viernes, día previo al show, las principales atracciones turísticas de Río de Janeiro habían visto pasar hordas de turistas. El tiempo de espera para abordar el emblemático Bondinho de Santa Teresa había alcanzado las tres horas, y el mirador en la base del Cristo Redentor parecía un hormiguero. No obstante, las atracciones no habían colapsado, como no colapsaron los aeropuertos ni la hotelería, porque Río es una ciudad con experiencia en la organización de actos multitudinarios entre los que destacan el Carnaval, la Reveillon y el festival Rock in Rio.

Lejos de los puntos más concurridos por los extranjeros, era una tarde cualquiera en la Línea 4 del metro de Río de Janeiro. La gente volvía a casa como vuelve a casa en cualquier ciudad del mundo, tal vez más resignada de lo habitual por haber trabajado el último día de la semana tras un jueves feriado por el día del Trabajador. La mayoría de los asientos eran ocupados por personas mayores, y los más jóvenes iban parados cómodamente. Al bajar, la estación de Cantagalo estaba envuelta en un ajetreo rutinario y nadie hubiera podido, con tan solo mirarla, adivinar lo que se avecinaba con el evento masivo del día siguiente.

Un indicio claro, no obstante, podía encontrarse en una de las sucursales de la cadena de supermercados Pão de Açúcar. La fila para hacer las compras en Copacabana, el barrio turístico más requerido de Río de Janeiro, exhibía una característica particular: estaba dominada por hombres de treinta años. Grupos de amigos y parejas provenientes de diferentes partes de Latinoamérica se abastecían de cerveza, botellas de agua, papas fritas y todo tipo de municiones para el día show. Es que el sábado tendría lugar “Mayhem na praia”, lo que significa, casi literalmente, caos en la playa, clara alusión al último álbum de Lady Gaga.

Ya de noche cerrada, la costanera de Copacabana, sobre la Av. Atlântica, se encontraba sospechosamente tranquila. La vereda, afamada por su diseño de piedras portuguesas blancas y negras estaba cubierta por vendedores ambulantes que despachaban remeras, tote bags, gorras y vasos de Lady Gaga como si se tratara de pan caliente.

La gente caminaba cómodamente, cuando algo extraño sucedió más adelante. El escenario, cada vez más cerca y ubicado de espaldas a esa parte de la rambla, desprendió lo que parecían ser acordes de las canciones de Lady Gaga. Los peatones comenzaron a correr sin tapujos, vestidos de camisa y bermuda, porque sabían de qué se trataba: Lady Gaga estaba probando sonido. En la senda deportiva, que reúne a runners, ciclistas y niños que se suben de a varios en un monopatín, todos quieren ir a ver el espectáculo. Hombres adultos que corren como si su vida dependiera de ello.

Al frente del escenario, una marea de gente cubrió la calle mientras algunos autos que quedaron rezagados intentaban abrirse paso. Hacerse de un lugar entre las personas fue sencillo, pero aun así era casi imposible ver qué sucedía en el escenario sin subir a la copa de los árboles de la vereda. El sonido quedó atenuado y solo las pantallas del escenario quedaron encendidas (más atrás, instalaron dieciséis repetidores). Allá arriba, sucedió algo mágico que le arrancó a la multitud exclamaciones de sorpresa y abanicazos. Lady Gaga, despojada de gran maquillaje y atuendo ensayó junto con su banda y su séquito de bailarines el show que paralizará la ciudad al día siguiente.

Lady Gaga, el sábado, en su concierto en Río de Janeiro, Brasil.

Ahora es sábado y las principales arterias del barrio de Copacabana funcionan con normalidad. La gente circula de acá para allá, y es fácil distinguir a los locales de los fans que se dirigen a la playa para conseguir un buen lugar para el concierto. El ingreso se hace en una fila ordenada que avanza rápido, y, al pasar el vallado, el personal de seguridad inspecciona a cada asistente con un escáner manual para impedir el ingreso de vidrios y otros objetos peligrosos.

A las 11 de la mañana, la playa ya es una fiesta. Los grupos se instalan con sombrillas y pareos para reservar su lugar. Algunos comparten cerveza, choclo o langostinos que compran a los vendedores ambulantes que circulan con dificultad. Otros reproducen canciones de Gaga por sus parlantes portátiles e imitan las coreos de los videoclips. A pocos metros, varios se zambullen en el mar para refrescarse con un imponente telón de fondo. 

Más tarde se cerrarán las sombrillas, avanzará la multitud, y tendrá lugar el show del ícono pop que todos están esperando. Ese espectáculo será una estrella fugaz, apenas un fragmento de ese fin de semana compartido por millones de fans. Y a eso de la una de la mañana, el público desagotará por la playa y la costanera hacia diferentes puntos de Río de Janeiro, compartiendo las avenidas con taxis y motos. 

Para algunos, habrá sido un evento inolvidable en la “cidade maravilhosa”. Para otros, especialmente para los cariocas, habrá sido otra gran noche de viernes con amigos.

MC