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Cuando el estratega eclipsa al candidato: una semana con Santiago Caputo en primer plano

Cuando el estratega eclipsa al candidato: una semana con Santiago Caputo en primer plano

Tanto en la cena de la Fundación Libertad como en el debate porteño, el asesor más influyente del Presidente hizo gestos que opacaron el protagonismo de Manuel Adorni. La incógnita Karina.

Durante más de un año, Santiago Caputo cultivó un estilo silencioso, escurridizo, hermético. Un operador sin firma ni cargo, pero con influencia. Un nombre que se pronunciaba en voz baja, aunque resonaba fuerte en cada decisión de Javier Milei. Esta última semana, sin embargo, rompió el molde: decidió exponerse. No solo a través de posteos en X, mediante sus cuentas anónimas, como es habitual. Esta vez, Caputo puso el cuerpo. Se dejó ver. Y lo hizo dos noches seguidas. Una sobrepresencia que, puertas adentro, alimentó las intrigas.

El lunes, en la cena anual de la Fundación Libertad, Caputo se sentó en una de las mesas principales del salón. No estaba solo: lo rodeaba su “equipo de trabajo”, conformado por el legislador Agustín Romo, la abogada Macarena Alifraco, el referente libertario de Tres de Febrero, Lucas “Sagaz” Luna y los estrategas digitales Juan Pablo Carreira y Tomás Jurado. Todos integrantes de la agrupación Las Fuerzas del Cielo, que por estas horas protagoniza una interna cada vez menos silenciosa con el armador Sebastián Pareja en territorio bonaerense y cuyas intenciones son desembarcar próximamente en las provincias de Salta y Jujuy.

Santiago Caputo en su mesa durante la cena de la Fundación Libertad.

Durante la velada en Parque Norte, Caputo habló largo y tendido con Cristian Ritondo, se acercó a saludar a Luciano Laspina y caminó entre las mesas con paso firme. En uno de los intervalos incluso tuvo un breve cruce con Mauricio Macri: se dieron la mano, intercambiaron un par de palabras y sonrieron con cortesía, sin dejar de marcar la distancia. Fue un saludo protocolar, pero observado con lupa por todo el salón. La imagen de la noche.

El dato no era menor. La Fundación Libertad es históricamente un enclave del PRO. Caputo se instaló como actor visible de una escena que, por tradición, era ajena al mileísmo. No fue por una postal: fue a marcar territorio.

Mauricio Macri y Juliana Awada al ingresar a la cena junto a Gerardo Bongiovanni.

La silla de Milei, oficialmente reservada para él, fue ocupada por su vocero, Manuel Adorni. El ahora candidato porteño habló en nombre del Presidente, defendió la gestión, apuntó contra el kirchnerismo y cerró con una frase de ADN libertario: “La libertad no se pide, se toma”. Pero su exposición se vio opacada por la irrupción silenciosa —y estratégica— de Caputo, que concentró buena parte de las miradas. Fue el primero de los dos actos consecutivos donde la figura del vocero quedó desdibujada.

Veinticuatro horas más tarde, Caputo volvió a moverse con protagonismo. Esta vez, en el Canal de la Ciudad, durante el debate de candidatos porteños del martes pasado. Llegó a las 19.26, con un traje beige que contrastaba con los tonos oscuros del protocolo. Caminó hasta la mesa de acreditaciones, tomó la credencial del reportero gráfico Antonio Becerra, que lo apuntaba con su cámara, la sostuvo unos segundos y le sacó una foto con su celular. No explicó nada. El gesto fue intimidante. La escena se viralizó y generó repudio inmediato entre colegas. El protagonista, como casi siempre, eligió el silencio.

El momento en que Santiago Caputo mira la credencial de un fotorreportero que le tomaba imágenes al entrar al debate porteño.

Una vez dentro del lugar, el consultor tampoco pasó desapercibido. Cruzó a su “amigo” Ramiro Marra con una frase seca —“Maleducado no soy”—, pero tampoco pasó a mayores. Se mantuvo cerca del círculo del candidato oficialista y, una vez más, terminó robándose el foco que debía recaer en Adorni, el verdadero protagonista de la jornada.

En todos esos escenarios, Caputo fue el único vértice del “triángulo de hierro” que se hizo presente. Ni Milei ni Karina acompañaron. El asesor ocupó un vacío y lo hizo con despliegue. Pero no sin consecuencias.

Más dudas que certezas

La relación entre Caputo y Karina Milei atraviesa una tregua funcional. Luego de meses de rumores de cortocircuitos, las señales públicas muestran un entendimiento renovado, aunque el equilibrio es fragil. Y esta semana volvió a tambalear. Sobre todo porque la hiperactividad del asesor eclipsó a Adorni, el candidato elegido por la secretaria general de la Presidencia. Por más que se buscó minimizar la polémica (“La intención de Santiago era efectivamente ver cómo había salido en la foto”, desdramatizó, irónico, el vocero en conferencia de prensa), en el oficialismo hay preocupación: la sensación es que Adorni no logra todavía ser identificado por los votantes como la cara de Milei en la Ciudad. La recorrida conjunta del miércoles pasado por el barrio de Villa Lugano, bajo al consiga “Adorni es Milei”, hizo público ese nerviosismo.

Javier Milei, Santiago Caputo y Karina Milei se abrazan luego de la firma de afiliación a La Libertad Avanza del asesor presidencial.

Caputo tiene injerencia en áreas clave del Gobierno: la SIDE, ARCA (ex-AFIP), la UIF. Maneja resortes del poder sin tener que rendir cuentas. No figura en planillas oficiales ni tiene obligación de presentar declaraciones juradas. Eso, sin embargo, no lo exime de cargar con derrotas recientes que todavía resuenan. La más notoria ocurrió a comienzos de abril, cuando el Senado rechazó los pliegos de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla para la Corte Suprema, una jugada que llevaba su sello. Fue su momento más delicado en lo que va del Gobierno. Aunque el golpe fue fuerte, no llegó a generar rumores de salida como sí ocurrió en agosto del año pasado, cuando el Congreso tumbó el DNU que ampliaba los fondos reservados para la SIDE.

Pero los ecos de esta semana corta e intensa no terminaron en redes ni en off de records. Volvieron a la Justicia. Facundo Manes, que ya había denunciado penalmente a Caputo por el escándalo del 1° de marzo en el Congreso, cuando el asesor lo increpó luego del discurso de apertura de sesiones ordinarias de Milei, presentó ahora una ampliación ante los tribunales de Comodoro Py. Según el diputado radical, el gesto intimidante contra el fotógrafo Antonio Becerra de Tiempo confirma “un patrón recurrente en la utilización de la amenaza coactiva” contra opositores y periodistas. La causa original había sido archivada, pero la apelación está en manos de la Cámara Federal.

El cruce de Caputo con Manes.

Alrededor del poderoso asesor presidencial hay más interrogantes que certezas. ¿Acaso sus gestos son minuciosamente preparados de antemano? ¿Un ensayo de poder? ¿Una forma de “probar” a Karina? ¿O simplemente reacciones poco pensadas, empujadas por el impulso? En Balcarce 50, algunos interpretan que la inédita exposición de Caputo responde a un momento de transición interna, en medio de temas que no dejan de incomodar al oficialismo, como el caso $LIBRA. El problema no sería la iniciativa, sino el método.

La pregunta que sobrevuela ahora en los pasillos oficiales es una sola: si esa visibilidad fue una excepción o el comienzo de una nueva etapa. Porque si algo quedó claro esta semana es que el “Monje Negro” decidió salir de entre las bambalinas. Y cuando quien opera en las sombras intenta ocupar el centro del escenario, ya nada se mueve sin ruido.

PL/DTC

Pese a lo que dice Milei, las marcas de consumo masivo venden menos del 1% en Mercado Libre

Pese a lo que dice Milei, las marcas de consumo masivo venden menos del 1% en Mercado Libre

El Presidente le quitó peso a la caída de las ventas de los supermercados al argumentar que cada vez se compra más online, en el portal de Galperin. Pero allí no se venden alimentos frescos y las empresas de envasados, bebidas y artículos de higiene admiten que esa vía de comercialización por ahora les resulta poco significativa.

Después de que el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) reconociera que las ventas de supermercados en febrero pasado crecieron sólo 1,5% respecto del pozo de un año atrás y cayeron 0,3% en relación a enero, el presidente Javier Milei intentó negar otra vez lo evidente. “Si está creciendo tanto el PBI, no puede ser que no esté creciendo el consumo, de hecho, si lo tomás por cuenta nacional, el consumo está volando. Lo que está pasando es que está cambiando la modalidad de consumo. Si yo tuviera que mirar algo, yo miraría los balances de empresas que se dedican al e-commerce porque cambió la modalidad del consumo. Hoy te comprás un montón de cosas por Mercado Libre. Entonces, me parece que habría que mirar los balances de Mercado Libre y seguramente vas a ver que los números son tremendos”, argumentó.

La empresa de Marcos Galperin, la segunda más grande de todos los rubros de Latinoamérica -detrás de la mexicana FEMSA-, no publica los datos discriminados por país y productos que vende. Pero está claro que no comercializa alimentos frescos como carnes, verduras, frutas o lácteos. Sí vende, y cada vez más, artículos de limpieza, higiene y del hogar, bebidas y alimentos secos.

Sin embargo, esas ventas significan poca facturación para las grandes marcas de consumo masivo, desde las de bebidas y comida procesada hasta las de artículos de limpieza. elDiarioAR consultó a varias de ellas y tres respondieron con contundencia. “No es significativo nuestras ventas hoy en comercio electrónico en forma directa. Lo que no significa que sí lo hagamos por el canal de supermercados vía e-commerce”, contestó una. Claro, esas ventas de los súper online están contabilizadas por el Indec. Es decir, están reflejadas en las estadísticas que marca un consumo estancado.

“Es bajo el número de lo que se vende de consumo masivo por Mercado Libre”, responde otra marca. Reconoce que es menos del 0,5% de su facturación. Otra coincide: “Poco y nada se vende por Mercado Libre”. Admite que sólo 1,5% de sus productos se comercializan en forma electrónica, lo que incluye Mercado Libre, PedidosYa, Rappi y las páginas web de Coto, Carrefour, Cencosud (Jumbo, Disco) y otras cadenas.

Dos fuentes vinculadas al supermercadismo cuenta que las grandes cadenas concentran un tercio del consumo masivo. A su vez, dentro del rubro supermercados, el 80% está en cuatro manos: Coto, Carrefour, Cencosud (Vea, Disco y Jumbo) y Día. Admiten que Mercado Libre pretende crecer, pero advierten que por ahora los que más se expanden en el sector son Rappi y PedidosYa.

El comercio electrónico aumenta efectivamente en la Argentina y el año pasado facturó 181% más que en 2023, aunque a eso hay que ajustarlo por la inflación del 117%. Las categorías que apuntalaron las ventas en el mundo digital fueron: primero, pasajes y turismo; segundo, justamente alimentos, bebidas y artículos de limpieza; tercero, equipos de audio, imagen, consolas, tecnología y telefonía; cuarto, artículos para el hogar, como muebles y decoración; y quinto, electrodomésticos, según la Cámara Argentina de Comercio Electrónico (CACE).

AR/DTC

Gran Maestre Pablo Lázaro: "Hay masones en todos los partidos, incluso en el oficialismo"

Gran Maestre Pablo Lázaro:

Una institución que se define progresista, con casi tres siglos de historia, busca influir en una discusión marcada por las posiciones extremas. La estrategia de "soft power", el avance de la rama femenina dentro de la logia, y sus diferencias y coincidencias con el poder de turno.

Con casi tres siglos de historia desde su consolidación moderna en 1717, la masonería supo sostener una presencia discreta y constante en distintos momentos clave de la historia argentina. En las filas de esta institución –que se define como “filosófica, filantrópica y progresista”– convivieron figuras como Sarmiento, Belgrano, San Martín y también referentes de la vida política, judicial y académica actual. Su lema de trabajo por la libertad, la igualdad y la fraternidad es su carta de presentación, incluso en tiempos donde esos principios parecen, una vez más, estar en disputa.

Tal como reconstruye el periodista Mariano Hamilton en su libro “Masones Argentinos”, la institución supo tener un rol claramente progresista y disruptivo en el siglo XIX, especialmente en su enfrentamiento con el poder de la Iglesia Católica. Desde esa tensión nacieron debates clave que moldearon buena parte del Estado moderno: la defensa de la educación pública y laica, el derecho al divorcio, la legalización de la cremación, entre tantos otros. Fue en respuesta a esta embestida que el poder eclesiástico no dudó en posicionar a la masonería como enemigos de Dios y la tiñó de supersticiones de oscurantismo que, aún hoy, persisten en el imaginario colectivo. 

Sin embargo, la masonería actual insiste en derribar ese mito: “Una vez un youtuber me preguntó: ‘¿Por qué laburan de noche? Pasás caminando de día y no hay nadie’. A lo que respondí: Porque de día estamos todos trabajando”, contó con gracia Pablo Lázaro, Gran Maestre de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones, en diálogo con elDiarioAR.

Lejos de perseguir un halo de secretismo, la Sede Central está ubicada en Perón 1242, Capital Federal, y la logia es fácilmente contactable por redes sociales, número de teléfono o su página web oficial.

A pesar de que la masonería fue un espacio tradicionalmente exclusivo para hombres, las mujeres masonas luchan por su inclusión. Muchos no saben de la existencia de una logia femenina. Según detalló a este medio María Elena Castillo, Gran Maestra de la Gran Logia Femenina de Argentina, “hay más de 4.000 mujeres iniciadas en el marco de la Gran Logia Femenina, pero hay muchas más en el espectro de la participación en otros espacios institucionales, como son las grandes logias mixtas”.

Salón de la sede central de la institución, ubicada en Perón 1242, Capital Federal.

Si bien la masonería pregona los valores de la pluralidad de voces e ideas, la inclusión y reconocimiento de las mujeres masonas es aún hoy un debate abierto en el mundo.

Cuánto influye la masonería en la formación de políticas públicas o decisiones del Gobierno de turno, actualmente libertario, es difícil de medir. Sin embargo, Castillo describió su vínculo con el Estado: “Para ser franca, nos reconocen menos que a la masonería masculina. No nos registran tanto, no nos consultan. Nuestra vocación es poder ser una organización de la sociedad civil con injerencia y participación en la búsqueda de políticas públicas y de acuerdos que trascienden los gobiernos”.

La masonería siempre se planteó como un espacio progresista que hoy le toca atravesar el Gobierno de La Libertad Avanza y sus políticas liberales en lo económico y restrictivas en lo que a derechos sociales respecta: ¿Cómo convive la masonería con las nuevas reglas de juego político? ¿Qué temas de agenda manejan las logias argentinas? Y, sobre todo, ¿cuánto influyen en la actualidad?

Influencia masónica en la actualidad

El arribo de La Libertad Avanza al poder reconfiguró el tablero político y, con él, los desafíos de una institución que durante siglos se autodefinió como promotora de consensos. Al respecto de este tema, Pablo Lázaro instó a desmitificar que la influencia de la masonería es “poner jueces y políticos a dedo”.

No tenemos diálogo directo con este Gobierno, pero hay masones en todos los partidos, incluso en el oficialismo. Nuestro rol no es partidario, sino fomentar el debate plural”, explicó Lázaro. Sin embargo, admitió que temas como la educación pública, el cambio climático y los derechos humanos hoy chocan con la agenda de Milei.

“Estamos súper preocupados por este contexto, no solo por Argentina sino por el mundo. Porque esto es una antinomia permanente que no solo ocurre acá”, indicó el Gran Maestre, haciendo referencia a un “mundo polarizado” que se guía por el “hartazgo” y vota sólo “en contra de”. “Hoy hay muchos espacios, como el de Donald Trump, que no ganaron ellos, sino que perdieron los demás”, adujo.

La influencia masona en el espectro público es parte de lo que Lázaro define como “soft power”: es decir, no tener una influencia directa, sino indirecta: “Hay masones en los tres poderes del Estado y masones apartidarios, que tienen su empresa o su trabajo, como choferes o panaderos. Y los masones siempre apoyan a otros masones, más allá de su espacio político, porque saben que son personas honestas, por lo que indirectamente siempre hay una influencia”. 

Una comitiva de autoridades de la Masonería Argentina rinde homenaje a San Martín en la plaza que lleva su nombre, en Buenos Aires.

Esta premisa explica uno de los grandes misterios de la historia argentina: cómo Alfredo Palacios logró convertirse en el primer diputado socialista de América, en 1904, en una época dominada por el conservadurismo: el secreto estuvo en la masonería. Muchos de los legisladores conservadores que lo votaron eran, en realidad, hermanos masones. Al reconocer en Palacios a un miembro de la orden —que anteponía los lazos fraternales a las diferencias ideológicas—, decidieron apoyarlo. Este episodio revela cómo, más allá de las disputas partidarias, las redes masónicas operaban como un factor invisible pero decisivo en la construcción de poder.

Pero mientras las logias masculinas continúan ocupando el centro de la escena institucional, las mujeres masonas enfrentan un doble desafío: disputar reconocimiento dentro del mundo masónico y también hacia afuera, en su relación con el Estado y la sociedad civil. “Nosotras encontramos una discordancia o una falta de cadencia entre las decisiones de un gobierno que colinda bastante poco con la libertad y el respeto a la igualdad, especialmente, vemos un desconocimiento palmario al trabajo de las mujeres y de algunos grupos sociales”, apuntó Castillo.

Género y poder 

Aunque la masonería se define como un espacio de construcción filosófica basado en los principios de igualdad, libertad y fraternidad, hacia adentro de la institución los debates en torno al género todavía siguen abiertos. La división entre logias masculinas y femeninas es una muestra concreta: funcionan por separado, no se reconocen mutuamente como iguales y no comparten espacios rituales. Esta separación, arraigada en tradiciones centenarias, limita la posibilidad de construir una masonería verdaderamente plural en términos de representación de género.

La Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones, presidida por Lázaro, forma parte de la llamada masonería regular, que responde a los criterios establecidos por la Gran Logia Unida de Inglaterra. Uno de esos criterios es que solo reconoce como masones regulares a varones, y no acepta ni a logias mixtas ni femeninas. Por lo tanto, aunque existen algunas instancias de diálogo y colaboración en causas comunes, no hay un reconocimiento formal ni igualdad jerárquica con las otras logias.

“Trabajamos en conjunto el 99% de los temas, compartimos sedes, estamos creando una universidad en conjunto -el Instituto Laico de Estudios Contemporáneos-, hacemos actividades filantrópicas, entre otras cosas. Pero pertenecemos a confederaciones diferentes”, explicó Lázaro al respecto. “Somos la misma organización pero con CUIT distinto”, bromeó.

Del otro lado, la Gran Logia Femenina de Argentina nuclea a más de 4.000 mujeres iniciadas y se vincula con obediencias internacionales más inclusivas que sí reconocen logias femeninas y mixtas. 

Gran Maestra María Elena Castillo .

La masonería como hoy la conocemos data de 1717, y en ese momento cuando se conforma la Gran Logia Unida de Inglaterra, aquellas logias que eran todas masculinas vedaron la posibilidad de ingreso a las mujeres. “Esta decisión sigue vigente en las órbitas de todas aquellas instituciones que dependen de la Gran Logia de Inglaterra. La fraternidad masónica no se pudo escindir de los patrones generales de la época”, apuntó Castillo.

La falta de reconocimiento institucional por parte de las logias históricas masculinas refleja una tensión que muchas masonas señalan como una deuda interna del movimiento. “No hay una masonería única, y eso también es parte de lo que tenemos que discutir”, agregó Castillo, dejando en claro que el camino hacia una masonería verdaderamente plural no solo implica mirar hacia afuera, sino también revisar las propias estructuras de poder al interior de la institución.

“La verdad que para los años de vida institucional que tenemos, que vamos a cumplir 23 y tenemos una década más de formación para la conformación de la Gran Logia Femenina de Argentina —estamos hablando de 33 años dedicadas y abocadas a esto—, realmente es relevante todo el trabajo que se hace”, subrayó Castillo.

El recorrido institucional incluye hitos como la creación del “Supremo Consejo Femenino Grado 33 para la República Argentina”, que integra los altos cuerpos de la masonería y profundiza sus enseñanzas, y la participación fundacional en la Federación Americana de Masonería Femenina, donde la logia argentina ha ocupado la presidencia continental y hoy mantiene la vicepresidencia primera. A su vez, también integra el Llamamiento de Estrasburgo —una instancia internacional que reúne logias masculinas, femeninas y mixtas de América, Europa y Asia—, donde actualmente ejerce la vicepresidencia segunda a través de la ex gran maestra, Mariela Rodríguez Ruiz. “Para los pocos años, es mucha la dinámica social masónica que hemos ejercido para posicionar a la masonería en todos los ámbitos, tanto nacionales como internacionales”, afirmó Castillo.

El desafío de seguir siendo faro

En tiempos de discursos extremos, individualismo y desinformación, la masonería busca mantener su rol como espacio de pensamiento crítico, encuentro humano y búsqueda de sentido. Incluso Lázaro menciona a las logias como un “laboratorio de ideas”, que luego toman forma de, por ejemplo, proyectos de ley. “En plena pandemia, llevamos al Congreso el proyecto de Ley de Educación Ambiental, que se aprobó por unanimidad, que en ese entonces se trabajó con el aval de 15 universidades nacionales y más de 20 consejos deliberantes”, ejemplificó.

Castillo y Lázaro coinciden en que la masonería tiene las puertas abiertas al “librepensador”. O sea, se trabaja desde el consenso. Desde que todos pensamos diferente, el proyecto se hace mucho más sólido, porque todos hacen sus aportes, conceden un poquito, y se logra cierto consenso. Después es más fácil que pase en un lugar como el Congreso.

La Gran Maestra explicó que la masonería es una suerte de “escuela iniciática, filosófica, filantrópica, progresista, que propende al respeto de la dignidad humana, que busca el perfeccionamiento intelectual, ético y moral”. Y que está destinado a “aquella persona que está dispuesta en un momento a cuestionarse todo lo que tiene por verdad, a atreverse a conocer a sí mismo, a cambiar, a ser mejor, a sacar esa mejor versión que todos llevamos dentro”, porque el trabajo masónico es colectivo: se aprende del otro, se construye en el intercambio“. 

Esa lógica, que se opone a los discursos autoritarios o dogmáticos, permite que convivan distintas creencias, sensibilidades e incluso espiritualidades dentro de un mismo taller. 

La polarización del debate en Argentina, exacerbado por discursos de odio, discriminación e intolerancia o por las chicanas políticas que inundan los algoritmos de cada red social encuentran un límite en la masonería, uno de los pocos espacios donde conviven con respeto “masones de La Libertad Avanza, del PRO, del radicalismo, del peronismo, del socialismo, ateos, católicos y de todo color político, religioso o social”.

“Hoy más que nunca, necesitamos espacios donde se pueda disentir con respeto, donde el pensamiento crítico no sea castigado sino promovido. Y la masonería, bien entendida, ofrece eso”, señaló Lázaro. 

Entre la polarización y el deseo de centro

“El mundo está raro”, dice Pablo Lázaro. Y la masonería no vive al margen. En su rol de presidente de la Gran Logia Argentina, recibe visitas de masones y masonas de otros países que le preguntan por la situación del país. “Particularmente me preguntan mucho por Milei, que cómo es, si es así como se lo ve en la tele. Y yo les digo: ‘Mirá, no lo conozco, conozco lo mismo que vos, a través de la tele’. Sí me dicen que Argentina está carísimo, que los sueldos no subieron en consecuencia...”, contó.

Lázaro reconoce que hay algunas medidas del actual Gobierno que parecen haber estabilizado ciertos aspectos, aunque “otras se fueron al diablo”. Y agregó: “De afuera ven que hay movimiento y cierta estabilización que antes no veían. Eso es un poco el comentario general de Estados Unidos, Brasil, Chile estos últimos días”.

Pero más allá de lo económico, lo que observa con mayor claridad es una reacción social frente a lo que él llama “excesos” de uno y otro lado. “Justamente, como hoy todo se expresa en una antinomia: cuando determinadas cuestiones exacerban un extremo, generás una reacción. Este gobierno está tratando de llevar al otro extremo, cuando lo ideal sería el centro. Nuestra esperanza y nuestro trabajo es llegar a un punto medio”.

Al respecto, Lázaro compartió una anécdota personal, fuera del marco institucional pero reveladora: “Además de mi trabajo informático, doy clases; soy director de una carrera, y tengo un montón de alumnos que el año pasado hablaban en lenguaje inclusivo. A mí me parecía interesante porque daba visibilidad a algunas cosas, pero no me parecía ni bueno ni malo. Pero cuando me llegó una nota institucional diciendo que era obligatorio escribir no sé qué cosa en lenguaje inclusivo, yo mismo me calenté. Digo: ‘¿Por qué obligatorio?’”. Para él, esta sensación de imposición generó rechazo en muchos, y provocó un péndulo “hacia el otro extremo”. “Había cosas muy buenas que se usaban mal, como el INADI. Si me preguntás a mí, no hubiera cerrado el INADI; hubiera cambiado absolutamente sus objetivos. Porque las cosas hay que repararlas, no destruirlas”, expresó. 

EN/FG/DTC

Mentir como si ese fuera un recurso de supervivencia

Mentir como si ese fuera un recurso de supervivencia

El scrolleo en busca de resoluciones puede ser una trampa mortal. Un reflexión sobre el caso de Anabelle Gibson.

El conteo de los días pasa sin grandes respuestas. Una reflexión ajena sobre algo propio puede tener los colores de una gran resolución. Algo que observa un amigo y nos lo otorga. Algo que evalúa una psicóloga y nos lo deja levitando en el aire, hasta la próxima sesión. Quizás vivimos a base de ese tipo de analogías, de verdades encubiertas acerca de nosotros y de nuestros comportamientos. Pero a veces esos chispazos escasean, como ahora. ¿Alguien tiene algo para decirme? ¿alguien ve algo que yo no? Entonces empieza el scrolleo o la navegación en busca de la certeza: un perro se mete en una piscina una y mil veces aunque le piden que salga, una mujer llora frente a un desmantelamiento policial, una joven influencer australiana engaña a la audiencia. 

Anabelle Gibson, o Belle Gibson tiene treinta y tres años, un hijo y un marido. Fue una de las influencers más destacadas durante varios años en ese lado del mapa. A sus veintiún años creó una app de bienestar de salud en el año 2013, The Whole Pantry, basada en alimentación saludable, y llegó a tener más de doscientos mil seguidores en Instagram. La base del relato reside en que Belle aseguró que había sido diagnosticada con cáncer cerebral terminal, que le dieron solamente cuatro meses de vida y que ella, entonces, decidió no someterse a ningún tratamiento alopático. Que se curó –milagrosamente– comiendo sin TACC, sin azúcares refinadas, y sinónimos. Que esa experiencia la llevó a escribir un libro que se convirtió en best seller y que, no solo se curó sino que se convirtió en la mujer del año para muchas empresas líderes del mundo, como Apple. 

El punto cúlmine de esta acumulación de hechos fantásticos y aparentemente cargado de grandes respuestas, es que Belle Gibson nunca estuvo enferma de ningún tipo de cáncer. Que la cura holística de una enfermedad terminal es algo prácticamente imposible. Y que miles y miles de personas, en pleno debate con la enfermedad, confiaron en la dialéctica de una chica de piel rosada y cabello fuerte que se veía demasiado saludable.

La serie de Netflix Vinagre de manzana cuenta su historia en un relato de ficción de seis episodios de una hora. El tono del relato está coronado por el cinismo. Por el desprejuicio que tienen algunos líderes a la hora de mentir, sin pensar en las consecuencias trágicas y muchas veces, irrecuperables. ¿El relato de la curación de una enfermedad debería volver a una persona exitosa? ¿Qué es el éxito, entonces? ¿Desafiar el rango? ¿Haber logrado sobrevivir?  

Veo una entrevista que le hacen en un canal de televisión a la mismísima Belle, una vez que el diario The Australian asegura que la influencer nunca presentó documentación sobre sus múltiples cánceres, ni tampoco nombró ningún establecimiento médico donde se haya tratado, ni el nombre de ningún profesional de la salud. Negándose, permanentemente, a asistir a hospitales en los que pudieran atenderla de manera casual. Y sí. Estar enferma puede ser una aseveración personal hasta que se demuestre lo contrario. ¿Quién podría dudar de un paciente en fase terminal? 

En la entrevista, Anabelle tiene veintipocos. Lleva puesto un suéter rosado de cuello alto y el pelo atado alto y tirante. Habla bajito, para no evidenciar su presencia, y achina los ojos. La periodista le pregunta una y otra vez si lo que dijo es mentira y ella se desdice, baja el mentón, lagrimea, dice que se siente incómoda, agradece al cielo no estar enferma ahora, después de haber debatido durante muchos años de su vida con la idea de que sí lo estaba. A través de un diagnóstico que tampoco puede explicar cómo, dónde, y por qué. La cara de las grandes respuestas, de las milagrosas resoluciones, no es más que una chica demasiado joven que cocina bien. Y que sabe mentir, como si ese fuera también un recurso de supervivencia. Y lo es. El scrolleo en busca de resoluciones puede ser una trampa mortal. Una treta de internet.

Como escribe Damián Ríos en su poemario Pan y cielo, editado por Tenemos las Máquinas: Anoche salimos a ver plantas/ en los balcones/ Hacía frío/y caminamos rápido. Vimos/algunas brillando bajo las luminarias/del alumbrado público./ A la sombra de un árbol vimos a otra/ que tenía hojas que eran flores y flores/ que eran hojas, como todos nosotros.

CF/MC

No todo es vigilia

No todo es vigilia

Calderón y Sor Juana Inés de la Cruz escribieron sobre el sueño, desde España y México, en otro tiempo y con los ojos abiertos. García Lorca y Marechal sobre la tarde funesta y la vigilancia sobre lo onírico. Los poderosos le tienen miedo a la poesía, que es un género gordo, como la novela.

Tenemos vidas americanas, amores propios, cuerpos soberanos. ¿Somos conscientes de eso? La vida es sueño, diría Calderón. Aunque prefiero a Juana Inés en Primero sueño: “de orden distributivo, repartiendo a las cosas visible sus colores iba restituyendo entera a los sentidos exteriores su operación, quedando a la luz más cierta el mundo iluminado, y yo despierta”.

A veces soy metafórica, otras demasiado literal.

Soy gorda. Era gorda, Seré gorda.

La novela es el género gordo: lo admite todo. La poesía, creo que también. Nos cruzamos con la dimensión espacio-tiempo, los espejos nos deforman, nos ven y nos vemos según sea el reflejo o la reflex.

Mi cuerpo cambió. Perdí kilos. En rigor, siempre está cambiando. Me he pasado la vida oscilando de peso. Soy gorda, ¿soy gorda? Ahora, estoy más delgada, ¿soy flaca? Qué importa. Lo que importa es que mi cuerpo es mío y soy soberana en este territorio de carne y huesos. No hay nada importado en mi constitución.

Cuando comencé a escribir esta columna, hace más de tres años, propuse que se llamara Soy gorda para visibilizar el activismo y la lucha de las cuerpas, una guerra colectiva que nosotras no inventamos, sino el machismo (que nos somete) y el patriarcado (que nos desprecia). Amamos la paz, la convivencia pacífica, el bienestar de todes.

Ser gorda no es un estado de gracia en este mundo, sino de desgracia. Por eso, porque no importa el cuerpo que tengamos, las mujeres hemos sido condenadas desde algún ahora y para siempre, a -por lo menos- tener que justificarnos.

Los movimientos sociales y políticos que colaboraron en empoderarnos y reivindican la existencia de la diversidad, con los mismos derechos y obligaciones que el resto, enseñan que las cosas cambian, pueden cambiar. Como mi cuerpo, como el tuyo. Como el de los hombres, esclavos del mismo sistema opresor; como el de las personas trans, aún más oprimidas. 

Pensaba anteanoche, cuando la casa que habité durante treinta años quedó sin invitados. Pensaba que se terminaba el Primero de mayo, Proletarios del mundo uníos, desde el último hasta el Primer Trabajador, peronistas, socialistas, agremiados o no, apartidarios, políticos siempre (¿o no vivimos en una gran polis acaso, incluyendo a ladrones y policías?).

A eso de las cinco de la tarde, comienzan a llegar al primer ágape de despedida. He decidido que, previo a la mudanza en la que estoy embarcada, iré haciendo pequeñas reuniones para decirle adiós a la casa. Con los parientes, las y los amigos nuevos y con quienes me acompañaron en la maravillosa experiencia de fundar una familia y sostenerla por tres décadas.

 Hay amores, hijos, sobrinos, testigos. Está la reina madre que es Abuelatv en las redes. Cantamos y bailamos. Alguien me pregunta el signo del zodíaco. Cáncer, el hogar. Las paredes y la estructura ya existían, las reformas fueron resultado del marido y arquitecto. La funcionalidad, el verde de las plantas y el abrigo, conversados. La decoración, mía.

Calculo que nos iremos definitivamente a fin de mes o comienzos de junio. Mile, la hija menor, cumplirá 23 en Lisboa y festejaremos por videollamada. Pablo tendrá muy pronto su recibida. Camila recibió la semana pasada el título en el Aula Magna de la facultad de la calle Paraguay.

Pero volvamos a anteanoche. ¿Por qué soy gorda, si ya no lo estoy? Porque, pienso y no lo digo, como lo reflexionó el filósofo argentino de origen alemán, Rodolfo Kusch, hemos sido desdoblados y desconstituidos, en tanto se dispuso e instaló el “aparecer”: limpitos, prolijos, estancados, etiquetados, somos alguien. Aparecemos, y ese es uno de los tantísimos modos posibles de ser, la forma en la que emerge nuestra constitución biológica y ambiental. O, al contrario, estamos siendo, concepto clave del pensador que vivió en Maimará, Jujuy, hasta su muerte.Y en el estar siendo, se instala de manera dinámica, un cuerpo propio personal y comunitario, material y simbólico, una existencia transformadora, un nuevo sentido, una cultura americana (no la del American way of life) sino la descolonizada, dice José Alejandro Tasat, autor de Análisis situacional de las organizaciones y Teoría de las Organizaciones y Sistema de Decisión.

Ya no queremos ser como Marilyn Monroe, ni como Twiggy. Queremos ser nosotras y nosotros. Un nosotres que contenga y expanda a las multitudes en su vastedad. Una que escribe y se nutre del canto popular de las comidas, del canto general, de Gabriela Mistral que en sus flamantes Poemas selectos (Letras al sur del Río Bravo, ediciones Corregidor) dice: Ahora yo, vuelta al Oriente,/ se las voy dando por que recuerde./ Los viejos las quieren mentidas, / los niños las quieren ciertas. Todos quieren oir la historia mía/ que en mi lengua viva está muerta./ Busco alguna que la recuerde,/ hoja por hoja, hebra por hebra./ Le presto mi aliento, le doy mi marcha/ por si al oirla me despierta.

Primero de mayo de 1980. Pinky recuerda el día en que la televisión blanco y negro se hace de colores y la gente se agolpa para verla en las vidrieras. Alta en el cielo, la bandera de Belgrano con sus celestes y blanco.

Sobre Vidas americanas (La ideología argentina y latinoamericana. Colección homenaje a Oscar Terán, Universidad Nacional de Quilmes) escribe con humor e ironía Patricio Fontana. El investigador del Conicet y doctor en Letras (UBA) evoca a la generación romántica, indagando en las biografías de Sarmiento, Alberdi y Gutiérrez. No en sus vidas, sino en las que ellos produjeron como narradores. Aunque, ¿cómo evitar hablar de sí mismo, cuando se escribe sobre otres? En la elección y el recorte de los personajes, está el propio deseo, la propia historia. Y en la escritura están las relaciones afectivas y la observación de la mismidad. Fontana cita a Alberdi al comienzo de Mi vida privada: “Además de que nadie es juez ni pintor de sí mismo; los mejores pintores no ven dos veces su objetivo del mismo modo. Y así como de mi individuo se pueden hacer cien fotografías que no se parecen una a otra, sin faltar a la verdad, un mismo individuo puede ser objeto de cien biografías diferentes. Cada viviente, sin embargo, será siempre presumido de conocer su propia vida mejor que el que no lo ha hecho; salvo el derecho de los otros a corregir las fallas del egoísmo o de la vanidad contra la realidad de los hechos”.

Lo propio. Alex de la Iglesia, el director, productor y guionista de cine español, “vistos los seis capítulos de El Eternauta” dice que es “absolutamente brillante, modélica y no solo eso, sino también muy necesaria, ¿por qué? Porque a partir de El Eternauta va a ser posible en Argentina y en el mercado latino un cine de ciencia ficción: es ambiciosa, generosa, adulta, soberbiamente escrita. La sensación que he tenido al verla es la misma que tuve cuando leí el cómic”.

Ese optimismo entusiasta no es producto de un desconocimiento del ataque que el gobierno argentino perpetra contra la industria audiovisual. Tampoco de cierta pretensión de algunos espectadores de que la película sea una traducción o, peor, una reproducción de la historieta (¡son dos géneros, formatos, modos expresivos distintos, muchachos!). De la Iglesia da cuenta de las posibilidades de tener un cine nuestro, un lenguaje argentino dentro de la cinematografía mundial. No todo es vigilia la de los ojos abiertos. ¿Por qué no apostar a un estilo peculiar, uno Macedonio?

LH