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"Hasta esta mañana, los ataques israelíes han cobrado la vida de más de 400 iraníes indefensos y han dejado a otros 3.056 heridos por misiles y drones", dijo el portavoz del Ministerio de Sanidad, Hossein Kermanpour, dando más detalles de la cifra que ha dado este ministerio esta mañana donde se informaba de 430 fallecidos.
El Gobierno iraní dijo este sábado que entre los 430 muertos que se han registrado en los nueve días de ataques de Israel -según el último recuento oficial- hay 54 mujeres y niños y 5 miembros del personal médico.
La mayoría de heridos, 2.200, ya han sido dados de alta, pero 457 han necesitado intervención quirúrgica, según la información del portavoz Hossein Kermanpour.
Además, “cincuenta y cuatro de los fallecidos eran mujeres y niños. Cinco eran trabajadores sanitarios. La mayoría de las víctimas mortales y los heridos han sido civiles”, apuntó.
Por su parte, la portavoz del Gobierno iraní, Fatemeh Mohajerani, explicó en la televisión nacional que además de los 54 mujeres y niños asesinados, también han muerto 12 profesores universitarios y 24 deportistas.
La organización Human Rights Activists News Agency (HRANA), con sede en Estados Unidos, que se basa en informaciones de prensa y fuentes propias, situó esta mañana el número de muertos en 722 y el de heridos en 2.546.
Se trata de un recuento que continúa subiendo en un conflicto que no da muestras de parar, pues anoche se reportó la muerte de dos personas en un edificio residencial de la ciudad central de Qom.
Y esta mañana murieron al menos cinco miembros de la Guardia Revolucionaria en un ataque israelí en ciudad de Jorramabad, en el centro de Irán, informó el cuerpo militar de élite en un comunicado.
También se conoció hoy la muerte del científico nuclear Esaar Tabatabaei Qomsheh en su casa de Qom junto con su esposa.
Las autoridades israelíes, por otro lado, mantienen desde hace días los muertos en su territorio en 24 por los ataques iraníes con misiles y drones como respuesta a la ofensiva del Estado israelí.
MU con información de la agencia EFE
El mandatario formuló estas declaraciones en una reunión con el ministro de Relaciones Exteriores iraní, Seyed Abbas Araghchi, que se encuentra de visita en Turquía para asistir a la 51ª sesión del Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores de la Organización para la Cooperación Islámica en Estambul, informó la presidencia turca.
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, ha prometido este sábado al ministro de Exteriores de Irán, Abás Araqchi, hacer todo lo posible para apoyar nuevas negociaciones entre Teherán y Washington y poner fin a la guerra en Oriente Medio.
Erdogan recibió a Araqchi en los márgenes de la 51 cumbre de la Organización para la Cooperación Islámica (OCI), que se celebra hoy y mañana en Estambul, informa un comunicado de la Presidencia turca.
Los dos dirigentes evaluaron la situación creada por los combates entre Israel e Irán, iniciados por un ataque israelí el 13 de junio, y que ha causado más de 400 muertos en Irán y 24 en Israel.
Erdogan aseguró a su interlocutor que Turquía mantiene una postura prudente ante los ataques de Israel a Gaza, Líbano, Siria e Irán y emplea sus contactos diplomáticos para poner fin a los combates y volver a la diplomacia.
Expresó su convicción de que la región no puede soportar una nueva guerra, que hay que frenar a Israel y volver a la negociación para resolver la disputa por el programa nuclear iraní.
Subrayó que Ankara está dispuesta a hacer todo lo posible para facilitar este proceso y dar cuanto antes pasos para abrir la vía a reuniones entre Irán y Estados Unidos, ya sea a nivel técnico o entre sus líderes, algo que Turquía “apoyará siempre”, señala en el citado comunicado.
En un encuentro con la prensa, Araqchi destacó que Teherán sigue estando dispuesto a alcanzar una solución como la de las negociaciones de 2015, con EE.UU., Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemania, una vez que cesaran los ataques.
“Está claro que mientras continúan los bombardeos contra nuestro pueblo, no puedo ir a las negociaciones”, observó Araqchi.
También consideró “muy, muy peligroso” que Estados Unidos se sumara a la guerra en el lado de Israel y lamentó que este país iniciara los ataques solo dos días antes de iniciarse una ronda de negociaciones con Washington.
MU con información de la agencia NA y EFE
El ritondismo confía en que la unidad del peronismo ayudará a acelerar las negociaciones con el Gobierno. El mensaje de Mauricio Macri en una reunión del Consejo Nacional del PRO y la libertad de acción para los partidos locales. La rebelión de Vidal y Lospennato.
“Vamos a volver”, repite Cristina Fernández de Kirchner, en un audio que sobrevuela una Plaza de Mayo colmada de manifestantes, y un referente bonaerense del PRO suspira, aliviado. “Esto es bueno para nosotros”, admite el dirigente que hace equilibrio entre propios y libertarios para fusionar al PRO con La Libertad Avanza en la Provincia de Buenos Aires. Las conversaciones diarias se sostienen, pero el Gobierno prefiere esperar a ver como se desarrolla la novela peronista, y en el acuerdismo amarillo están hambrientos de excusas que le permitan reforzar su peso en la mesa de negociaciones. Y la postal de unidad del panperonismo se presenta, así, como una oportunidad.
El razonamiento de los armadores bonaerenses del PRO es el siguiente: si la condena a CFK logra unificar al peronismo detrás de su liderazgo, el Gobierno va a estar obligado a hacer lo mismo con el PRO si desea ganar la Provincia. Sin guerra fraticida, el kirchnerismo, que es oficialismo en PBA, puede hacer una muy buena elección, incluso ganar. Los necesitan, insisten, porque Mauricio Macri, si se enoja y decide jugar solo, puede hacer daño. No mucho, pero lo suficiente para perder la elección.
“(María Eugenia) Talerico te arma una lista y te saca cuatro puntos. Y Espert pierde con Kicillof por dos. ¿Qué haces?”, provoca un dirigente amarillo con diálogo cotidiano con Casa Rosada, que apuesta a que Santiago Caputo y Karina Milei -los dos interlocutores de Cristian Ritondo y Diego Santilli- perciban en la unidad peronista una amenaza lo suficientemente grande que permita terminar de allanar las negociaciones. “El peronismo está acostumbrado a pelear, no se relajan. No hay Marcos Peña en el peronismo, estás acostumbrados a las peleas difíciles y van a poner todo”, advierte, veterano de muchas campañas bonaerenses.
La fantasía, saben, parte de una carencia: la falta de poder en una negociación con un interlocutor que ocupa el sillón presidencial, tiene vaivenes mesiánicos y está empoderado tras una serie de (estrechas) victorias electorales provinciales.“Hacemos lo que podemos, el PRO es un partido en descomposición”, confiesa un dirigente amarillo, en una flexibilidad que, por momentos, se asemeja a la resignación.
A los acuerdistas del PRO, sin embargo, les resulta más sencillo sentarse a negociar con Caputo que con el propio Macri. O con los macristas residuales que están en pie de guerra con LLA, y amenazan con rebelarse a la fusión si no cumple con el requisito mandatado por el partido. Es decir: acuerdo sin sometimiento.
Una promesa que el ritondismo no sabe si podrá cumplir.
“La misión de ustedes es salvar al PRO en sus provincias. Arreglen, pero con dignidad”, les dijo Macri a los consejeros del PRO en una cumbre nacional la semana pasada. El presidente del partido le daba, así, libertad de acción a los armadores de cada provincia para que cerraran los acuerdos que consideraran pertinentes para salvar al partido. Macri recordó que habían existido ya diversos esquemas de alianzas en lugares como Santa Fe, Salta y Ciudad de Buenos Aires, y abrió la puerta a que cada partido local trazara la mejor estrategia para sobrevivir.
El ritondismo interpretó este mensaje como una luz verde a avanzar con las negociaciones. “Mauricio, ante lo inevitable, se relaja y goza”, graficó un dirigente bonaerense, para quien las condiciones de “dignidad” todavía hay que discutirlas. Macri, por ejemplo, exige que el PRO y LLA vayan juntos en un frente electoral: no quiere una boleta pintada de violeta engrosada con nombres amarillos, como demanda Karina.
Los armadores bonaerenses, de momento, negocian una alternativa intermedia. Para la elección provincial de septiembre se irá a un frente, que llevará un nombre alegórico a LLA pero que dará cuenta de que forma parte de una alianza más amplia. En octubre, admiten, la boleta será violeta y no dirá otra cosa que LLA.
Para un sector del macrismo, sin embargo, estas condiciones encubren la sumisión del partido. En la reunión del Consejo Nacional del PRO, hubo varias voces, como la de María Eugenia Vidal o de Gisela Scaglia, vicegobernadora de Santa Fe, que exigieron que el PRO mantuviese sus valores y su historia, y no se “tiñera de violeta”. Plantearon reeditar la oferta de Juntos por el Cambio y reubicarse como una alternativa a Javier Milei pensando en 2027.
Ritondo, que escuchó en silencio, argumentó que era “tarde” para plantear una estrategia nacional, y explicó que él tenía que defender la “integridad” de los 13 intendentes bonaerenses que tiene el PRO. Ellos son, explican los armadores bonaerenses, la prioridad: la lapicera en aquellos distritos tiene que estar controlada por los intendentes y no se puede arriesgar a llenar los concejos deliberantes con otra cosa que no sea PRO puros. A cambio, argumentan, se podrá ceder espacio en otras listas.
Ritondo, sin embargo, está en una posición incómoda. Presiona para avanzar con un acuerdo con LLA y está confiado en que, pese a las tensiones con Karina, logrará cerrarlo. Cuenta, para ello, con el cariño del propio Milei, con quien tiene un vínculo personal. Pero no puede avanzar demasiado rápido sin asegurarse, antes, el respaldo de sus compañeros en el PRO. Un apuro en cerrar un acuerdo no “digno” podría acelerar una ruptura en el bloque de Diputados que preside, y se abriría, así, un nuevo frente de conflicto con LLA, que espera que Ritondo ayude a blindar a Milei en el Congreso.
El principal temor, en este caso, es el efecto Silvia Lospennato. La diputada del PRO, que se llevó la marca de la derrota en la elección porteña, está furiosa con Milei, Martín Menem y LLA. Los acusa de haber impulsado una campaña sucia en su contra, y desconfía del acuerdo que Santilli y Ritondo quieren cerrar en PBA. Sospecha que el verdadero objetivo de LLA es destruir al PRO, y se rebela ante la idea de fusionarse con el oficialismo.
La rebeldía de Lospennato, en el último par de semanas, se convirtió en un dolor de cabeza para Ritondo. Su ausencia, junto a otras ocho diputadas del PRO, en la votación en la Cámara de Diputados por el aumento de las jubilaciones despertó las alarmas. Dos semanas después, la preocupación oficialista se extiende, porque tanto Lospennato como Vidal anticipan, puertas adentro, que no ayudarán a blindar el futuro veto de Milei a la ley.
Lospennato considera que ella ya cumplió con su candidatura porteña y que ya no le debe nada a nadie. Está molesta con LLA y, al igual que una decena de legisladoras, se rehúsa a continuar votando de manera automática en el Congreso. En el ritondismo confían en que Macri las terminará ordenando, pero los más mileístas del PRO temen que la rebelión termine generando una grieta en el escudo protector que el presidente logró construir en Diputados. “Tienen razón en tener miedo”, masculla una dirigenta del riñón de Lospennato, y promete guerra.
MC
El físico e investigador en ciencias del comportamiento estudia cómo la desinformación se propaga en contextos polarizados y qué estrategias pueden ayudar a combatirla. En esta entrevista, analiza el rol del sesgo ideológico, la sabiduría colectiva y la importancia de conversar con quienes tienen posiciones políticas opuestas.
Si bien la desinformación no es un fenómeno nuevo, como especie aún estamos aprendiendo a discernir lo verdadero de lo falso en el mar de información al que hoy tenemos acceso. Además, la recompensa social es mayor al ganar un debate y persuadir a los demás que al encontrar la razón última de las cosas —la verdad—, dice Guillermo Solovey, doctor en Física e investigador. La mejor solución disponible es entablar conversaciones con personas que piensan diferente, propone.
Profesor visitante de la Universidad Torcuato Di Tella, profesor de la Universidad de Buenos Aires, investigador en el Laboratorio de Neurociencias (UTDT) e investigador de CONICET en el Instituto de Cálculo (Exactas-UBA), su trabajo se centra en las ciencias cognitivas y del comportamiento, con especial foco en la toma de decisiones, el rol de la incertidumbre y la metacognición. En sus investigaciones, combina experimentos, modelos estadísticos y computacionales. En 2023, publicó dos estudios sobre el tema en Scientific Reports, del grupo Nature. En uno observó que las personas tienden a creer más en las declaraciones si están de acuerdo con el político que las dijo (partidismo). Por otro lado, quienes piensan más analíticamente son un poco más escépticos y tienden a cuestionar más las declaraciones. En un segundo estudio analizó si era posible usar la sabiduría colectiva para chequear información.
“Sabiduría colectiva significa que le puedo preguntar a un grupo grande de personas que no saben si algo es cierto o falso y la respuesta que gane, si están bien dadas las condiciones, va a ser mejor que preguntarle a una sola persona. Es una forma más rápida de acercarnos a la respuesta verdadera”, explica Solovey.
—¿Para qué podría servir la sabiduría colectiva?
—Si uno quiere saber si una frase que circula es verdad o mentira, podríamos acudir a chequeadores. Pero probamos un camino alternativo. ¿Qué pasa si le preguntamos a un grupo grande de personas que no están entrenadas y vemos qué responde la mayoría? Lo hicimos y dio similar a la respuesta de un fact-checker. Entonces, quizás, podríamos pensar el método como una herramienta adicional para verificar información.
—¿Cómo lo probaron?
—Le dimos a un grupo de personas frases que tenían que catalogar como verdaderas o falsas (nosotros sabíamos cuáles eran). Vimos que el método funcionó mucho mejor si, cuando se equivocaban, les dábamos la oportunidad de charlar con otra persona que había respondido diferente. Después de esa conversación, su capacidad de identificar frases falsas mejoraba, sobre todo cuando esas dos personas que se ponían a conversar tenían posiciones políticas opuestas. Sobre un dicho de un político, sin saber qué opinaba el otro políticamente, terminaban llegando a un acuerdo. A la larga, la sabiduría colectiva funcionaba porque cada uno de ellos era capaz de disminuir su sesgo ideológico. En cambio, cuando ponías personas de la misma ideología a hablar, se reforzaban los sesgos y las opiniones iniciales.
—¿Cuál es la limitación del estudio?
—Sigue siendo un hallazgo individual de un paper nuestro, al que yo le confío un montón, pero nunca queda demostrado algo hasta que realmente otros encuentran algo parecido, lo confirman, lo replican, lo revisan. En la ciencia no hay principio de autoridad, sino que funciona por consensos.
—¿Creés que podríamos aplicar la idea de conversar con otros que piensan distinto a la práctica?
—La conversación con gente diversa es beneficiosa, pero en la práctica muchas veces no funciona porque tenemos prejuicios sobre lo que piensan los demás sobre nosotros o sobre lo que pensamos. Estamos segregados, tanto online como offline. En mi caso, por ejemplo, llevo a mis hijos a una escuela en Buenos Aires y, a una cuadra, hay otra escuela muy grande. Jamás, ni ellos ni yo, conocimos a alguien que fuera a esa otra escuela. Eso se llama polarización de grupos, es decir, nos juntamos con gente parecida para reforzar nuestras ideas y prejuicios.
—¿Cómo escapar de esta dinámica que nos impulsa a la polarización?
—No tengo una respuesta definitiva, pero lo que muestran nuestros estudios es que fomentar espacios donde sea posible la conversación entre diversos, con otros que no piensan como nosotros, siempre es ventajoso. Y también para entender que, de alguna forma, somos todos iguales y tenemos que construir un país entre todos, no solamente entre quienes piensan parecido a nosotros.
Por otro lado, en una sociedad en la que votamos por nuestros políticos, tenemos que estar bien informados y, si eso no está garantizado, difícilmente vamos a llegar a una buena decisión. Para eso hay algunos antídotos, como controlar el flujo, la generación y la difusión de información falsa a través de las redes sociales. También hay estrategias más a largo plazo, como enseñar habilidades de alfabetización, en lectura crítica de la información, en pensamiento crítico, para al ciudadano, niños, adolescentes y adultos.
—¿Es correcto decir que ejercitar este pensamiento crítico es antiintuitivo?
—Sí, porque no nacemos equipados con la habilidad de pensamiento crítico, la tenemos que aprender, ejercitar. Imaginate qué poco innato que es ese pensamiento crítico, que una de las maravillas del sistema científico es que se autoimpuso reglas para que los hallazgos tengan control entre pares. Necesito que alguien diferente a mí lo lea, lo examine, critique. Tampoco los científicos, que estamos tratando de saber cómo funcionan algunas cosas en el mundo, estamos salvados de cometer este tipo de errores por el sesgo de confirmación.
—¿Por qué es tan difícil escapar del sesgo de confirmación?
—La capacidad de razonar es un fin adaptativo que tiene que ver con ganar debates, ganar estatus social, imponer y persuadir a los demás. Con ese fin, lo mejor que podés hacer no es cuestionarte a vos mismo, sino encontrar la evidencia que te convenza para poder comunicar y para que los demás digan “sos un crack, te seguimos”. Y cuando un grupo te admira, te quiere, te sigue, la recompensa social es mucho más elevada que la recompensa que tendrías siendo crítico y buscando la razón última de las cosas.
—Desde que empezaste a estudiar estos temas ¿notás alguna tendencia? ¿Hay más desinformación ahora?
—La desinformación siempre existió. Ahora el flujo de desinformación circulante es mayor, pero también el flujo de información cierta. Por otro lado, somos más conscientes de los riesgos que tiene la desinformación, porque hay enfermedades que habían sido totalmente desterradas gracias a las vacunas, pero aún hay quienes creen que las vacunas causan autismo y se enferman. Con nuestro equipo cognitivo limitado, tenemos que lidiar en un mundo donde hay mucha más información que antes.
—¿Te parece que la actitud del presidente de compartir noticias falsas tiene un correlato con una tendencia global?
—En estos tiempos, cada político le habla mucho a su tribu y, para su tribu, a lo mejor algo que no es cierto termina funcionando. La Argentina no es el único caso, es mundial. Lo que se busca es aumentar la afinidad que tiene la gente que te vota, solidificar esos grupos. Entonces se vuelven más difíciles las soluciones, porque entrenar habilidades educativas, de consumo de información, de pensamiento crítico, y de escucha es un ejercicio muy lento y arduo.
—¿Puede ser la propuesta de conversación con otros una estrategia anti grieta?
—Si podemos tener unos acuerdos mínimos de convivencia, fantástico, pero no es que la conversación entre distintos tenga que lograr un consenso absoluto. Me parece que lo que pasa últimamente, más allá de la polarización en temas políticos, es la polarización afectiva. Es decir, no solamente opinamos diferente, sino que hay emociones negativas hacia los que piensan diferente. Y eso me parece más difícil de resolver porque, aunque no vamos a disolver todas las diferencias, sí podemos aceptar que, en el fondo, somos todos iguales para la convivencia democrática.
EM/NS
Pedro Sánchez se 'bunkeriza' en mitad de la crisis y busca salidas junto a un círculo de confianza cada vez más estrecho y en el que destaca Salvador Illa, que acudió este viernes a la Moncloa mientras la UCO clonaba el correo de Santos Cerdán
Los audios que sacuden al gobierno de Pedro Sánchez: “Necesito algo de dinero, jefe, se lo di todo a él”
Los primeros instantes después de una gran detonación son críticos y justo en ese momento permanece atrapado el Partido Socialista español, diez días después de estallar el escándalo de corrupción en torno Santos Cerdán –ex secretario de organización del PSOE y ex hombre de confianza de Pedro Sáncez– . El informe de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil (UCO), que adelantó elDiario.es, no solo atribuye al exnúmero 3 de Ferraz –sede nacional del partido socialista– el rol de cabecilla de una presunta trama corrupta, sino que destapa un sistema de arreglos de contratos públicos y cobro de coimas que se remonta a más de una década. Y todo grabado por Koldo García, el “hombre para todo” de Cerdán y del ex ministro José Luis Ábalos. Por eso, al PSOE lo sacude todavía la onda expansiva de una bomba situada en el centro mismo de sus entrañas. Y que, a la espera de más detonaciones, hace tambalearse al edificio entero de la política española: no solo al Partido Socialista, también al Gobierno del país y al propio presidente.
Noqueado, según describen sus compañeros de filas, Pedro Sánchez decidió suspender toda su agenda pública prevista para jueves y viernes. La versión oficial en la Moncloa es que anda enfrascado en preparativos de la cumbre de la OTAN que se celebra la semana que viene en La Haya, una cita con la que el presidente intentó tomar algo de aire tras alentar un choque con Donald Trump para no multiplicar el gasto en Defensa. Pero la realidad es que Sánchez dedica la totalidad de su tiempo a buscar una salida, que por ahora no encuentra, a la mayor amenaza política que afronta para su propia figura desde que se convirtió en presidente en 2018.
Este viernes citó en el Palacio de la Moncloa a Salvador Illa para verse a solas en una reunión “de carácter privado” y que, por tanto, no figuraba en su agenda. El president de la Generalitat de Catalunya es una de las pocas personas en las que Sánchez mantiene intacta su confianza, después del golpe personal que ha supuesto la decepción respecto a Santos Cerdán. Un hombre del que se fió hasta el último segundo y cuya traición también provocó una desconfianza generalizada entre las filas socialistas que hace que hoy se cuestionen y se revisen todos los vínculos creados.
Aunque muchos dirigentes y cargos intermedios denuncian el intento de expandir la sombra de la sospecha hacia “una inmensa mayoría de socialistas honestos”, lo cierto es que ahora nadie se fía de nadie en el PSOE. O de casi nadie. Sánchez sí tiene en Illa desde hace mucho tiempo a una persona de referencia que, además, se ha consolidado como su líder territorial de más peso tras alcanzar el Govern catalán y, por tanto, como uno de los políticos más relevantes del país. Según explican fuentes socialistas, el presidente no solo buscaba consejos con esa cita, que también, sino incluso el respaldo personal del hombre que fue su ministro de Sanidad durante lo peor de la pandemia y con el que se encontraba reunido este viernes justo cuando tres agentes de la UCO entraron en la sede socialista de la calle Ferraz para clonar el correo personal de Cerdán. Una imagen, admiten en el PSOE, “devastadora”.
Ninguna de las fuentes consultadas ni en el PSOE ni en el Gobierno es capaz de desechar una sola hipótesis sobre las decisiones que pueda tomar el presidente de ahora en adelante, por mucho que en público descarte dimitir, convocar elecciones o adoptar más cambios hasta el comité federal del 5 de julio. Lo único cierto es que nadie sabe lo que puede pasar al día siguiente. Así que nadie sabe tampoco cuándo puede precipitar Pedro Sánchez el giro brusco de un guion insostenible a día de hoy, a juicio de casi todos los dirigentes socialistas.
Todo dependerá en buena medida de cómo evolucionen las noticias judiciales en los próximos días. Quizás horas. La presencia de Illa en la Moncloa este viernes alimentó la rocambolesca hipótesis de una dimisión de Pedro Sánchez que no dé pie a una convocatoria electoral, que serviría básicamente para entronizar a la derecha, sino a otro proceso de investidura con otro candidato o candidata que aguante los dos años que quedan de mandato.
Ya hay en el PSOE incluso quien señala nombres para ese hipotético escenario. Que cuenta, para más inri, con la complejidad de volver a juntar una mayoría parlamentaria en estas circunstancias en torno a una persona de consenso. El más que previsible rechazo a una figura como la de Salvador Illa de las formaciones independentistas, por su rivalidad catalana, y de Podemos, por su línea centrista, sirvió de argumento en el partido para diluir la teoría de que la cita de este viernes en Moncloa girara sobre una operación de ese tipo. Y más aún cuando se considera que Illa apenas ha comenzado su tarea en Catalunya tras el hito de despojar al independentismo del poder.
Lo que se ha constatado como una obviedad, en cualquier caso, es que el intento de Pedro Sánchez de encapsular esta crisis en torno a la actuación particular de tres personas ha resultado baldío y nadie piensa, ni dentro ni fuera del PSOE, que tenga recorrido. Porque la relevancia del caso trasciende de largo las responsabilidades políticas o penales de uno, dos o tres cargos de confianza. A juicio de algunos de los más veteranos socialistas que permanecen hoy en día en altos cargos públicos u orgánicos, este trance puede convertirse en el más grave de cuantos haya afrontado el partido desde el fin de la era de Felipe Gonzalez. Y opinan que dependerá de su verdadero alcance, aún desconocido, y de la reacción que aún se espera de Pedro Sánchez, el nivel de impacto que pueda suponer a medio y largo plazo para unas siglas con 146 años de historia.
Las razones de esa trascendencia son múltiples. La primera, que destierra el diagnóstico de una manzana podrida para consolidar la tesis de un fallo sistémico en el PSOE. Tanto es así, que, en cuanto el presidente tuvo detalles del informe de la UCO sobre el hombre por el que puso la mano en el fuego hasta que se abrasó, en la Moncloa se tuvo consciencia de que el caso suponía dejar muy tocada la línea de flotación del propio Pedro Sánchez. Y de que resultaba incomparable a otros episodios. Por ejemplo, al afrontado con José Luis Ábalos, también doloroso.
“Lo de Santos no es como lo de Ábalos, es incomparable, es mucho peor. Esto es un desgarro del que será difícil reponerse porque en Santos hemos confiado todo este tiempo, porque esto ocurre con él a los mandos del partido y como persona de la máxima confianza del presidente. Y porque, además, echa por tierra el argumento de que se trataba de una simple oveja negra”, admitía un miembro del Ejecutivo aquel fatídico jueves para los socialistas, el día que vio la luz el informe.
La implicación de José Luis Ábalos en el denominado 'caso Koldo' resultó, sin duda, traumática. Pero contribuyó a amortiguar el impacto el hecho de que ya no fuera ministro ni secretario de organización. Y descafeinó el desgaste emocional que Ábalos sí contaba con una “dudosa reputación personal” a sus espaldas en muchos ámbitos del partido. Todo lo contrario a Santos Cerdán. “Va para dos semanas y seguimos en 'shock'. Es incomprensible, como si estuvieran hablando de una persona diferente a la que conocemos. Jamás apreciamos una tacha en su comportamiento”, expone una de las personas que ha trabajado cerca de él durante su etapa como 'número 3'.
El pánico instaurado ahora entre las filas socialistas viene alimentado por dos factores. El primero, que una persona cuyo despacho equivale al “corazón del partido” desde el punto de visto orgánico haya conseguido salpicar a más gente con su presunto modus operandi de amaño de contrataciones a cambio de comisiones. Principalmente, entre los territorios, pero también a nivel estatal. Esta semana, de hecho, se ha producido otra réplica del terremoto en Navarra, su tierra natal. Allí, María Chivite se vio obligada a cesar a su número dos del partido por ocultarle que su pareja trabajaba en la empresa que está en el ojo del huracán de la corrupción y que, según la UCO, pertenece en un 45% a Cerdán.
La otra psicosis en el PSOE es que todo el mundo que ha compartido alguna reunión de trabajo o conversación privada durante la última década con Koldo García teme, desde la publicación del informe de la UCO, estar grabado y que sus comunicaciones obren ya en poder de la Guardia Civil. Y eso hace que se amontonen los nombres bajo sospecha que pueden ver la luz en las próximas semanas y que pueden hacer escalar aún más el caso desde el punto de vista político.
Y todo ello con lo que supone para la propia figura del presidente del Gobierno. Porque el escándalo ha estallado justo en su núcleo más estrecho de confianza y de manera escalonada. Primero, con el hombre que Pedro Sánchez cuenta en su 'Manual de Resistencia' que le custodió los avales de las primarias, Koldo García. Después, con aquel a quien encomendó defender la moción de censura contra la corrupción de la trama Gürtel del Partido Popular con la que consiguió llegar a la Moncloa, José Luis Ábalos, la persona a la que luego le dio todo el poder en el partido como secretario de organización, y en el Gobierno como ministro de Transportes. Y, por último, Santos Cerdán. La persona a la que encargó limpiar la presunta corrupción de Ábalos y a la que encargó también misiones de Estado tan sensibles como la negociación política con Carles Puigdemont para la ley de amnistía o el acercamiento y excarcelación de los presos de ETA con Arnaldo Otegi.
Por eso la caída política de Cerdán es, en cierta forma, también la del propio Pedro Sánchez, según reconocen cada vez más voces en el PSOE. Quienes le conocen de cerca resaltan que el presidente ya se cayó más veces y logró levantarse. Pero también admiten no tener la más remota idea de cómo lo conseguirá esta vez, si es que eso aún fuera posible.